Por Toni Peña
Desafortunadamente, todo el que entrena con regularidad y tratando de mejorar, acaba teniendo lesiones. A día de hoy, todavía no conozco ningún corredor de maratón, profesional o amateur, que en algún momento de su preparación no haya tenido lesiones.
Siempre suele cumplirse la “ley de Murphy”: las lesiones aparecen cuando en mejor forma se encuentra un atleta. Todos creemos que eso no va con nosotros. Se sigue entrenando aunque se tengan molestias hasta que éstas se convierten en lesión y entonces, empieza la desesperación.
En nuestra especialidad que es la resistencia, las lesiones más comunes son aquellas que afectan sobre todo a las extremidades inferiores; tal como tendinitis, sobrecargas musculares, periostitis, incluso roturas musculares.
A lo largo de mi carrera deportiva, he ido adquiriendo cierta experiencia. Sobre las lesiones, tengo claro que un atleta debe aceptarlas. Cuanto más exigente sea el objetivo, las lesiones tendrán más posibilidades de aparecer. Por tanto, hay que saber convivir con ellas, hay que tenerlas presente, forman parte del juego en que se participa. Si las tenemos en cuenta, cuando aparecen, se afrontan en las fases iniciales sin dejar que se agraven más por el mero hecho de no prestarles atención.
Un atleta cuando se lesiona pasa por diferentes fases:
1ª. NEGACIÓN. Como he comentado anteriormente la lesión suele aparecer en el peor momento, aunque NUNCA es buen momento para que aparezcan. Suelen surgir en momentos de estado de forma óptimo, por lo que no se le da importancia y se piensa que pronto va a desaparecer. Al estar en forma y cerca del objetivo, se decide seguir entrenando fuerte y esperar que la molestia por arte de magia desaparezca, de la misma forma que apareció. Evidentemente es una decisión errónea ya que con un parón o bajar de intensidad en los entrenamientos durante unos días bastaría para controlarla y que no fuera a más. Continuamente vienen frases a nuestra cabeza que quieren negar la realidad, como son:
- – Somos súper hombres, capaces de correr 42 kms y una simple molestia no nos puede parar.
- – Esto no va conmigo, seguro que mañana estaré mejor.
- – Me duele, pero seguro que no estoy lesionado, se debe a las zapatillas nuevas o quizá se deba a la media compresora que aprieta un poco más de la cuenta.
- – Mi amigo se puso X en la zona dolorida, y al día siguiente estuvo bien. También me pasará.
2ª. IRA Y DEPRESIÓN. Cuando ya no se puede negar la evidencia, no queda otra que aceptar la realidad. Nos sentimos desgraciados, sin entender por qué nos sucede a nosotros. Qué haremos ahora. Después de unos días de lesión y cabizbajos se medita de forma mucho más serena y se contemplan todos los escenarios.
3ª. ACEPTACIÓN. Ya más tranquilos es hora de analizar todas las posibilidades. Estamos lesionados, somos conscientes, y a partir de ahí se plantean diversas posibilidades. Se valora el tiempo que queda para la competición y si hay tiempo de recuperación. En caso afirmativo, se exprimirá toda posibilidad para llegar a la cita planteada. En caso negativo y por muy doloroso que sea, se desechará el objetivo, perdiendo incluso gastos de viaje si los había.
4ª. LUCHA. Como grandes guerreros que somos, pronto se nos olvidan los duros momentos sufridos y sin darnos cuenta ya se está inmerso en el siguiente objetivo.
Después de más de 25 años practicando este deporte, y muchos de éstos al más alto nivel, podéis imaginar que las experiencias sufridas han sido muchas. Algunas veces por arte de magia las lesiones desaparecían, otras se enquistaban de forma absurda durando mucho más de lo habitual, otras el dolor por lo perdido era insoportable.
Definitivamente no me ha quedado más remedio que saber convivir con las lesiones. Saber que en cualquier momento pueden surgir y lo más sabio de todo es no menospreciarlas e intentar que éstas duren lo menos posible.
10 thoughts on “¿Has tenido la sensación de sufrir lesiones en el peor momento? (Parte I)”