Habrás oído que la mentalidad es importante en la maratón, lo es. Pero no solo en la propia carrera y su preparación. Sino que el enfoque que le des a tu trayectoria deportiva, favorecerá el agobio o el disfrute.
Esta muy bien tener la fuerza mental para pelear una maratón o media maratón hasta el final, con exigencia. Pero quien de verdad aspira a que correr sea parte de su vida, tiene que hacerse también otro planteamiento mental.
Es importante levantar la cabeza y mirar a lo lejos y en perspectiva. Cuando eres capaz de mirar en el largo plazo, dejan de preocuparte pequeñas cosas que probablemente están haciendo que te enfoques en el síntoma erróneo. Deja de preocuparte un entrenamiento que ha salido mal.
Es más improbable que caigas en eso de obsesionarte por una marca que por más que intentas, no llega.
Empiezas a tomar el camino de renunciar a resultados en el corto plazo, para disfrutar y conseguir más en el largo plazo.
Las prisas que antes no existían
Por mucho que en los últimos años puedas ver a personas que se plantean en 4 o 3 meses correr una maratón cuando apenas son corredores, eso era muy extraño hace 20 años. Hace 20 años quien pensaba en correr una maratón, daba por hecho que necesitaba llevar entrenando más de un año.
También los contextos eran diferentes, hoy en día vivimos con más estímulos y acelerados. Nos hemos acostumbrado a obtener las cosas más rápido (a golpe de click) y hemos desarrollado más impaciencia.
Pero nuestro cuerpo no es que no haya cambiado mucho en estos 20 años, sino que tampoco lo ha hecho en los 2000 anteriores. Biológicamente, lo que incluye también nuestro cerebro, funcionamos de manera muy parecida.
Al final, no se puede correr una distancia de fondo como la maratón o la media maratón de un día para otro, pero tampoco de un trimestre para otro. El cuerpo necesita una adaptación física a correr, pero también mental a la distancia de fondo.
Esto favorece más aún concebir correr como algo que se integre en tu estilo de vida, puesto que lo tendrás que practicar durante bastante tiempo hasta llegar a encarar objetivos como una maratón. La buena noticia es que también, podrás ir viendo una progresión continua que te mantenga motivado, si lo haces bien.
Si tratas de acortar procesos, enfocarte en plazos muy cortos y no tener una mirada más larga y amplia, disfrutarás menos de correr y lograrás menos.
Cómo pagas el enfoque a corto plazo
El enfoque en el corto plazo consiste en no mirar más allá de periodos cortos, lo que puede ser 3 o 6 meses o incluso un año. Siempre puedes tener un objetivo a la vista en el corto plazo, pero haberlo definido pensando en el largo plazo.
Esa perspectiva más corta puede pasarte factura definiendo objetivos más ambiciosos. Va acompañada de falta de paciencia. Lo que a su vez conlleva frustrarse más fácilmente si no ves mejoras en tu entrenamiento porque sabes que en poco tiempo está tu objetivo esperando.
Esta falta de paciencia puede llevarte a tomar decisiones apresuradas, como aumentar repentinamente la intensidad del entrenamiento o inscribirte en carreras consecutivas sin dar tiempo para una recuperación adecuada. Cuando en realidad, lo que hacen estos intentos de acelerar el proceso es llevarte a cometer más errores y frenar tu progresión.
No es raro que alguien enfocado en el corto plazo y cultivando impaciencia, se inscriba en carreras una tras otra sin dar tiempo suficiente para la recuperación y el entrenamiento adecuado. Esto puede agotar su cuerpo y aumentar el riesgo de lesiones.
No solo eso, sino que la falta de descanso aumenta la presión que sientes. Eso acaba haciendo que algo que hacías para disfrutar y/o por salud, pierda ambas cosas. Puede convertirse en una experiencia agotadora y desgastante.
Además de que estarás generándote más estrés, que no es muy saludable.
Qué te llevas pensando en el largo plazo
Del otro lado está el planteamiento a largo plazo, entender que tus objetivos y mejoras se irán alcanzando en una sucesión de años. Asumir que empiezas dando algunos pasos y consiguiendo pequeños logros, pero que los más grandes serán la consecuencia de una suma de pequeños pasos.
Implica aprender a disfrutar del proceso y no solo de los resultados. Reconocer que correr es una actividad para toda la vida, no solo para un evento a corto plazo.
Entonces dejas de obsesionarte por los tiempos de un entrenamiento porque también sabes que un pequeño tropiezo, no es tan relevante en el largo plazo. Empiezas a concebir cada entrenamiento como un disfrute y eso conlleva a que percibas logros en cada entrenamiento.
Cuando adoptas una mentalidad de largo plazo, comprendes que el progreso corriendo es gradual y sostenible. No esperas resultados instantáneos, pero sabes que cada entrenamiento, cada kilómetro recorrido y cada lección aprendida te acercan a tus objetivos a largo plazo.
Lo más importante es que esta paciencia permite construir una base sólida y duradera para tu carrera deportiva, reduciendo el riesgo de lesiones y agotamiento. Disfrutando de lo que te da este deporte durante más tiempo.
Programarás tus competiciones de manera más estratégica, sabiendo que algunas son etapas para objetivos mayor. Incluso que puedes permitirte reconducir el rumbo según vayas viendo resultados. Te permitirás más tiempo para la recuperación tras cada carrera, para volver a entrenar adecuadamente y eso se traduce en un cuerpo más fuerte en el largo plazo.
Salir del acelerón y exigencia del cortoplacismo, te pone más fácil hacer de correr un estilo de vida. Lo que implica que te preocuparás más por acompañarlo de una nutrición adecuada a lo largo del tiempo y descanso.
Al final ese cambio de mentalidad en el corto o largo plazo, es lo que puede marcar que tu experiencia como corredor sea gratificante y sostenible o llena de presión y ansiedad.
El propio enfoque de tu trayectoria como corredor, es un maratón y no un sprint.
Sí, me interesa