Una vez ya estás decidido a preparar una maratón y enfilas el camino de su entrenamiento, quieres saberlo todo para hacerlo lo mejor posible. No es para tomárselo a la ligera el hecho de correr 42 kilómetros dando lo mejor de uno mismo. ¿Cómo tiene que ser el entrenamiento para llegar bien preparado? ¿Cuánto tendrás que entrenar cada semana? ¿Qué estrategia seguirás el día de la carrera? ¿Serás suficientemente fuerte mentalmente para conseguirlo?
Igual que pienso que la maratón es una prueba dura que hay que respetar, creo que también está al alcance de prácticamente todo el mundo que esté dispuesto a prepararla a conciencia. No se trata de tener ningún don especial pero sí de ser constante, hacer sacrificios y no cometer errores.
Podrías verte en esta situación…
Ante la duda e incertidumbre que genera esta prueba, el recurso más común suele ser devorar toda la información sobre la maratón que tengas a tu alcance. Hoy en día en la sociedad hiperinformada en la que vivimos, puedes pensar que son centenares los textos que encontrarás sobre este tema. Además de seguir recabando datos en redes sociales o comentarios de otros corredores.
Todo este cúmulo de información te lleva a que un día tengas que enfrentarte a una tirada larga y ya no sepas si tienes que hacerla a ritmo lento, más rápido, mirando el pulso, con tramos a ritmo de competición… Al final un día la haces de una manera y otro de otra. Notas que alguna de esas veces has acabado verdaderamente reventado, que llegas al siguiente entrenamiento sin verte con fuerzas de nada y piensas en que mejor no hacerlo. En un acto de valentía te lanzas a hacerlo como puedes y a mitad paras porque empiezas a sentir molestias que podrían acabar en lesión.
Otro día tienes que hacer unas series. Por un lado has oído que debes hacerlas de menos a más, las primeras más lentas y las últimas más rápidas. Pero también hay quien dice que todas las hagas al máximo ritmo que puedas y luego te sientes y descanses en las recuperaciones. Aunque también has leído que mejor fijar un ritmo y repetirlo constantemente. Acabas haciendo cada una como puedes, unas salen más rápido pero a las últimas llegas tan cansado que bajas considerablemente el ritmo. Te vas con la duda de saber si algo de todo el esfuerzo que has hecho era bueno para mejorar tu rendimiento, aunque estás tan cansado que supuestamente sí debería serlo.
¿Qué riesgos tiene caer en esta situación?
Toda esa suma y cruces de informaciones opuestas sólo consiguen generar más lío y confusión. Esto es lo que comúnmente acaba lastrando al corredor. Esa mezcla de criterios que hace que uno reme un día en una dirección y en el siguiente entrenamiento en la opuesta.
Puede haber distintos criterios y filosofías de entrenamiento y todas ellas proporcionar buenos resultados pero cada una sigue su propia lógica interna y su equilibrio. Un camino puede apostar por menos kilómetros pero más entrenamientos de calidad y otro por lo contrario. Uno por más carga de cierto tipo de entrenamientos en una fase que luego en otra se ven compensados por otros tipos. Pero si se cruza lo uno con lo otro, se deja de apostar por un camino seguro para empezar a encadenar errores.
Lo peor de todo esto es sentir que haces muchos esfuerzos y no acabas de ver mejoras. Entonces te preguntas qué estarás haciendo mal y sigues buscando información. Llega un punto que lees cosas que niegan otras que ya habías hecho, confiando en que así estaban bien. Lo cual aumenta tu inseguridad porque empiezas a ver que hay cosas que ya has hecho mal, el tiempo pasa y la fecha del objetivo se acerca. Cada vez hay menos tiempo de reacción y ya no sabes muy bien ni en qué creer ni qué hacer para rectificar.
No sólo puede ser que no llegues muy bien preparado a la maratón sino que llegues con miedo y desconfianza. No es esta una prueba para plantarse en la línea de salida sin sentir que has hecho todo lo que podías y que puedes confiar en el trabajo realizado. Aunque la incertidumbre y la sorpresa siempre esté presente en esta prueba, el entrenamiento previo sirve para minimizar los riesgos y darte confianza. Cuanto más inseguro estés, más miedos te asaltarán y más débil mentalmente llegarás.
La fuerza mental juega también un importante papel en la maratón. No conviene plantarse ante esta prueba con titubeos sino más bien con la cabeza fuerte para luchar cuando el físico flaquee.
La mejor forma de llegar con confianza a la línea de salida de una maratón, es sentir que te has preparado en la dirección correcta. Esto podrás conseguirlo si confías en un único sistema o filosofía de entrenamiento que haya dado garantías de funcionar. Entonces evitarás caer en entrenamientos contradictorios, te sentirás más confiado y tu cabeza también estará más fuerte. En el momento en que flaqueen las fuerzas durante la carrera, tu cabeza tendrá más fácil transmitirte la idea de que has trabajado correctamente y puedes conseguirlo. Si no, es más probable que empieces a pensar en mitad de la carrera que algo habrás hecho mal para ir tan fatigado y entres en una espiral negativa. Con esos pensamientos irás cada vez peor, más difícil será que completes la maratón y peores sensaciones te llevarás. A ver quién decide luego repetir y mejorar tras esa primera frustración.