¿Te ha entrado alguna vez la duda de hasta dónde podías llegar y te has visto haciendo un entrenamiento de rodaje sosteniendo un ritmo alto? Esta práctica, más común en corredores principiantes, hace que el entrenamiento pierda su fin último y pone en riesgo otros aspectos. ¿Qué consecuencias y riesgos tiene esto? ¿Cómo puedes conocer si no es así en qué momento de forma estás?
La idea habitual cuando uno empieza a correr es que el entrenamiento consiste en correr cada día diferentes distancias. Incluso suele no haber una preocupación en cuanto al ritmo porque se lleva el que se puede tanteando hasta qué distancia serías capaz de alcanzar con ese ritmo. Pero a medida que vas repitiendo entrenamientos, te entra la duda de qué pasaría si fueras más rápido. ¿Hasta dónde podrías llegar o cuál sería tu ritmo máximo para cierta distancia? Esto se acentúa más teniendo en cuenta que hoy en día todo se comparte en redes sociales y vas viendo como referencia el ritmo de otros amigos o conocidos.
Ante tu duda de si podrías hacer lo que estás viendo que otros hacen o en qué momento de forma estás, la reacción lógica es salir a entrenar tratando de recorrer una cierta distancia al ritmo máximo que puedas. Esto es lo que llamo probarse. Probar hasta dónde puedes dar, o competir entrenando ya que estás tratando de dar tu máximo.
Es algo más común en corredores principiantes pero también se da en otros más experimentados. Querer resolver la incógnita de hasta dónde puedes dar, afecta a todo corredor aunque no todos recurran a este sistema para resolverla.
¿Qué riesgos implica probarse?
Lo primero que hay que entender es que un plan de entrenamiento está hecho para construir una evolución estimulando diferentes cualidades. Ni basta con sólo entrenar rodando ni se suelen conseguir buenos resultados entrenando de manera anárquica.
Esto implica que ver dónde estás de forma materializado en datos como si fueran de carrera, no lo obtendrás entrenando. No habrá un entrenamiento que sea un simulacro de una carrera y veas a qué ritmo puedes hacer esa distancia. No se corre entrenando una media maratón cuando preparas una media ni menos aún en el caso de una maratón.
Entrenando harás unos entrenamientos de ritmo que probablemente sean a ritmos mayores del que llevarás en competición pero aplicados a menores distancias. Por otra parte harás también muchos rodajes pero serán a ritmos suaves o cómodos. Además de otros tipos de entrenamientos que el día en que tengas que competir, se combinará lo mejor de cada uno de ellos para que llegues a tu máximo.
Esto se hace así, principalmente, porque el entrenamiento de un corredor no es cosa de una o dos semanas. Son meses de trabajo con carga continua en los que hay que ser capaz de llegar bien a cada nuevo entrenamiento. Lo cual implica encontrar un equilibrio entre el desgaste y la exigencia y el margen de recuperación.
Salir a dar tu máximo entrenando tiene un desgaste mayor que el que pueda tener incluso un entrenamiento de series o alguno de calidad bien adaptado al corredor. Entonces, si con frecuencia te pruebas entrenando, le estarás pidiendo a tu cuerpo que dé más de lo que le supondría un entrenamiento exigente. Además de que estarás perdiendo la oportunidad de fortalecer una cualidad específica en ese entreno.
Otra cuestión es lo que pasa el día del test. En este momento uno sí que tiene que dar su máximo pero es en un día en concreto en un momento específico del plan de entrenamiento que está calculado. Está previsto ese esfuerzo en el plan y se adaptan todos los entrenamientos de días próximos para poder responder a él.
Todos los entrenamientos que hagas probándote, son entrenamientos perdidos para trabajar la cualidad en concreto que te tocaba ese día. Con esto me refiero a que unas veces el foco del entreno es el ritmo, otras el fondo, otras la capacidad de reacción, coordinación, fuerza… Si cambias un rodaje dirigido a trabajar el fondo por ir a tu ritmo máximo, le estarás metiendo ritmo, añadiendo fatiga y probablemente reduciendo la oportunidad de fortalecer tu fondo.
Otra cosa es que además no consigas el resultado esperado, que entonces también te estarás haciendo daño en cuanto a tu seguridad y confianza. Los beneficios de un ciclo de entrenamiento se suelen recoger en su parte final, cuando se ha completado el trabajo. Si en medio del ciclo empiezan tus pruebas, es normal que no llegues a los mejores resultados y quizá no sean los esperados. Entonces te pueden crecer más dudas de si conseguirás llegar o no a tu objetivo. Lo cual acaba llevándote a una mayor frustración. En el peor de los casos puede venir acompañada de dejar de confiar en tu plan de entrenamiento y mezclar y probar otros entrenos. Al final caer en un cóctel que es complicado que traiga buenas consecuencias.
Así que al probarte, te llevas una fatiga innecesaria, restas trabajo enfocado a mejorar determinadas cualidades y además puedes llevarte de propina la frustración y desconfianza en lo que estás haciendo.
¿Cómo se mide entonces la evolución?
La duda cuando estás entrenando de si estarás yendo por el buen camino, es frecuente en corredores. Cuando uno se va conociendo más o cuenta con un entrenador en el que confía, es más fácil que esta cuestión se diluya. Pero puesto que el entrenamiento diario ya hemos dicho que no es hacer una carrera ni probarse, saber cómo estás puede no ser tan evidente.
Sí que uno puede llegar a ir viéndose mejor o peor a la hora de afrontar ciertos entrenamientos y esto le dará algunas pistas. Lo que no es tan directo, es sacar de los entrenamientos la marca que podrías conseguir en tu objetivo. Sí puede serlo más para un entrenador que va conociendo al corredor y ha tenido un seguimiento de su evolución. Pero para el corredor, es aún así normal plantarse en la línea de salida sin tener muy claro si logrará esa marca.
Medir la evolución es algo que se consigue más con el análisis de datos. Aquí toma relevancia haber llevado un buen diario de entrenamiento. No solo correspondiente a este ciclo de entrenamiento sino que abarque toda la evolución del corredor.
Una vez que tienes esos datos, has de saber cuáles mirar y qué es lo más relevante. De ahí vas sacando pistas tanto para saber si el corredor está asimilando el entrenamiento, como para sospechar si se le podría exigir más o para qué marca podría competir. Sumado a esto puede estar la información del test que será también un dato relevante o de confirmación de sospechas.
Realmente, hasta el día de la carrera, no hay nada seguro. Pero sí que se puede tener una idea de la expectativa de marca si no surge ninguna sorpresa.
Frente a probarse entrenando y poder pagarlo caro, la alternativa es confiar en el plan de entrenamiento, valorar los datos que se tienen y esperar los resultados del test para poder tener una idea de dónde estamos realmente.