Entrenar sin objetivo: lo que hace que acabes fallando.

Entrenar sin tener un objetivo definido es algo que puede pasar. Quizá no hay competiciones a la vista o tus circunstancias personales no te permiten comprometerte con un objetivo. Pero tú, quieres seguir entrenando y tratas de ir haciéndolo. Sin embargo, no suele ser tan fácil conseguirlo.

entrenar sin objetivo

Normalmente cuando uno entrena enfocado en una competición tiene más claro qué entrenamiento hacer. Al menos, al tener definido un objetivo, sabe qué distancia enfrentará y tiene una idea del ritmo. Con estos parámetros ya podemos organizar unas cuantas cosas.

Lo malo es entrenar a ciegas, sin referencias.

Pierdes la noción de cuánto volumen o intensidad de entrenamiento tendrías que meter. Y no es raro que así, acabes saliendo a rodar un poco al “tuntún”.

Y al final, ni tu compromiso ni la intensidad de entrenamiento son las mismas.

 

Así puedes verte cuando entrenas sin objetivo

 
Si estás en un momento en que no tienes un objetivo definido, puedes encontrarte en alguna de estas situaciones:

– Entrenas menos volumen de lo que deberías.

Es verdad que al no tener un objetivo definido, tampoco tienes una obligación de volumen. Pero es posible que sí tengas una idea de qué tipo de competición te gustaría hacer en el futuro. A lo mejor no puedes definir ahora la fecha de la carrera pero sabes que será una maratón o en su defecto una media. Siendo una u otra, lo que no tendría mucho sentido es que salieras a entrenar dos o tres días a la semana y como mucho hicieras 30 kilómetros.

Acostumbrarte a ese volumen y prolongar la repetición del mismo durante mucho tiempo, acabaría poniéndote más difícil dar el salto a la maratón. Estarías muy lejos del volumen más propio de esta competición y ya estarías muy adaptado a ese volumen más bajo. Dar el salto al volumen de maratón te llevaría un tiempo de ascenso gradual. En el caso de la media maratón no sería tanto tiempo pero también tendrías que ir poco a poco haciendo la adaptación.

Así que, tendrías que contar con ese tiempo de puesta a punto cuando definas la fecha objetivo.
   

– No consigues ser regular entrenando.

Al principio puede parecerte fácil establecer unos días de entrenamiento y salir. Pero sin objetivo o sin algún otro tipo de compromiso como entrenar con un amigo o un entrenador, es fácil que la regularidad empiece a fallar. Porque hacer esfuerzo siempre cuesta y si no hay algo que esté tirando de ti, es muy fácil que tú contigo mismo seas poco exigente. Nos suele pasar a todos, aún siendo autoexigentes.

El compromiso aumenta cuando hay alguien o algo más implicado en la misión. Si no, puede pasarte que te saltes días de entrenamiento en la semana pero también puede ser que entrenes por rachas, que de repente hagas un parón de dos meses y luego quieras volver. Así es difícil llegar a un buen punto de forma.
   

– Entrenas solo rodando (y te aburres).

Aunque pueda parecer buena idea entrenar rodando cuando no tienes más ambición que mantener algo la forma, puede acabar volviéndose en contra.

Por una parte, mucho tiempo saliendo solo a rodar día tras día, acaba aburriendo. No tienes la variedad que te dan entrenos como el fartlek, las cuestas o las series. Eso te desmotiva y es fácil que te acabe empujando a dejar de entrenar cada vez más.

Otra parte es que solo rodando conseguirás como mucho mantener la forma pero no ver mejoras en la misma. Y son esas mejoras las que consiguen que quieras seguir entrenando y viendo más resultados. La sensación de satisfacción al completar entrenos más intensos, largos o exigentes, te engancha a buscar tu propia progresión. Sientes que el esfuerzo que haces sirve para algo y estás dispuesto a seguir dando más para recoger más.
   

– Dejar de entrenar del todo.

Igual has empezado con buen propósito y te has mantenido unas semanas entrenando regularmente. Pero al final, entre ceder a compromisos porque el entrenamiento ahora no es prioritario; no verte muy motivado porque entrenas sin un aliciente suficientemente atractivo y hacer un entrenamiento monótono; todo se viene abajo. Sin darte cuenta y poco a poco, llega un día en que has dejado de entrenar del todo.
  
Puede ser que te hayas visto en cualquiera de estas situaciones. Hasta que un día despiertas y decides que quieres volver a lo que tenías antes. Que quieres otra vez luchar cada entrenamiento, sentir que tu forma mejora, verte mejor y volver a sentirte satisfecho de tus logros.

¿Y cómo haces para conseguir eso?

 

Qué hace que recuperes la rutina de entrenamiento

 
La razón de existir del objetivo es marcar el foco.

Cuando pierdes el foco es más difícil definir qué hacer cada día, dejas de tener una fecha o un tiempo acotado y la autoexigencia baja.

Te acabas dando vía libre para entrenar de cualquier manera.

¿Hay algo que sustituya al objetivo?

Es complicado.

Pero quizá, entrenar en grupo o con algún amigo puede conseguir ciertos resultados que también da el objetivo. Al menos te comprometes con alguien y eso te obliga a dar más de ti mismo. También ves lo que hacen los otros y acaba produciéndose un “pique sano” que te lleva a exigirte más entrenando de lo que lo harías tú solo.

Lo que también hay son diferentes maneras de definir el objetivo.

Si no hay una competición, créate tú una. Define una distancia, una marca y una fecha y llegado el día corres aunque sea tú solo.

Pero claro, si no te comprometes con alguien, puedes saltarte el objetivo cuando el entrenamiento se ponga más exigente y te dé pereza hacerlo. Sería casi como cuando te dices que vas a entrenar sin objetivo y luego vas saltándote entrenos. Aunque siempre ayuda más tener un objetivo definido aunque sea solo para ti mismo.

Al final, la solución, apunta al compromiso con terceros. Eso es lo que te acaba obligando a exigirte y no rendirte.

Así funciona todo en la vida.

Si tú solo quieres conseguir algo pero no hay una necesidad imperativa o una presión excesiva que te apriete a conseguir eso, es muy fácil decaer en el intento. Sin embargo, bajo presión o necesidad imperiosa, somos capaces de vencer todas nuestras limitaciones mentales y físicas y sorprendernos a nosotros mismos de dónde somos capaces de llegar.

La clave para ayudarte a vencer todas esas situaciones que se dirigen más a la procastinación que a tu mejora entrenando, podría estar en el compromiso con terceros. Pueden ser otros corredores, un entrenador o el hecho de demostrar a un tercero algo (¿quién no se ha picado y ha querido ser mejor cuando acaba una relación?).

Créate tú mismo el objetivo y el contexto que te empuje a entrenar y cumplir cada día con tu entrenamiento. No acabes el día yéndote a la cama pensando otra vez “mañana sí que sí o sí ya salgo a entrenar”. Porque sabes que luego solo por desearlo, no acaba ocurriendo.

Si no te ves creando tú solo el objetivo, el compromiso y el entorno, ¿nos dejas que te ayudemos nosotros? Te lo damos todo hecho dentro del Plan Resonancia (además del entrenamiento personalizado preciso con lo que tendrás que hacer cada día).

>> Llévame a conocer más sobre ese plan de entrenamiento

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