La elección de objetivo puede parecer no muy complicada; fijas fecha, distancia y marca y listo. Sin embargo, ¿qué pasa si te equivocas con alguno de estos parámetros? ¿Como de condicionante puede ser y en qué te puede repercutir?
Definir un objetivo nos ayuda a entrenar más motivados y enfocados en algo. Tampoco esto quiere decir que sólo se deba contemplar entrenar bien o planificado cuando estás dentro de un ciclo específico. El entrenamiento fuera del específico es también necesario e importante como parte del conjunto de la preparación y no hay que menospreciarlo ni tomarlo a la ligera.
Pero sí es cierto que tener la ilusión de abordar un reto hace que te comprometas más con el entrenamiento y luches más por él. Ayuda a sentir que el esfuerzo de los entrenamientos más duros o de calidad es necesario y a motivarte por ser constante día tras día.
Sin embargo, como siempre digo, tenemos que definir un objetivo alcanzable. Pero no tan fácil como para estar seguros de que lo conseguiremos, eso tampoco nos motivaría mucho. Tiene que suponer un cierto reto y superación pero enmarcado dentro de lo que estimaríamos como razonable o posible completar con cierto esfuerzo.
Es aquí donde podemos cometer el error de fijar algún parámetro que exceda nuestras posibilidades más allá de lo razonable. Esto lo podremos pagar el día de la carrera.
Equivocarse en la definición de marca
Parte de la elección de objetivo pasa por concretar la marca que quieres alcanzar. Esto condicionará no sólo el ritmo de carrera sino el de todos tus entrenamientos. Marcará un ritmo de referencia a partir del cual definas lo que debería ser rodar lento o lo que sería un ritmo de series.
Suele pasar que cuando uno no tiene mucha experiencia como corredor hay tendencia a pretender recortar mucho la marca de competición en competición. Es verdad que al principio, los recortes de marca que se hacen son mayores que cuando uno empieza a alcanzar un mejor punto de forma. Después se entra en una fase en que ya se está más cerca de ritmos altos y de lo que podría ser tu techo como corredor y entonces se complica más bajar la marca. Los recortes que le puedes dar al tiempo de carrera se empiezan a contar en escasos minutos.
En base a esto, puede pasar que uno venga viendo que baja su marca en maratón en 15 minutos en sus primeras carreras (si has corrido en torno a las 4 horas) y pretenda seguir a ese ritmo de recorte continuamente. Esto acaba llevando a fijarse objetivos que dejan de ser alcanzables y se convierten en demasiado ambiciosos.
En un principio, podría no ser especialmente problemático este error si eres capaz de recular a medida que avanza el entrenamiento. Es decir, si estás siguiendo un plan de entrenamiento demasiado exigente para ti, podrías plantearte rebajar el objetivo y con ello reajustar todo.
Sin embargo, para reconocer este error, es probable que necesites la ayuda de un entrenador o seas un corredor bien experimentado. Si no, puedes tener la duda de si realmente te cuesta cumplir el plan porque es necesario ese esfuerzo en ese momento pero luego recogerás resultados, o porque realmente no sea una exigencia adecuada a tu nivel de forma.
Esto ya conllevaría ciertos riesgos como que puedas acabar sobrecargado, lesionado o frustrado y desmotivado por ver que no avanzas como esperabas. Pero el mayor problema podría llegar en carrera.
Haberle pedido al cuerpo una exigencia demasiado alta para lo que en ese momento podía dar, no te hará llegar en tu mejor momento a la línea de salida. Corres el riesgo de llegar pasado de forma. Entonces puede ser que te hayas notado más cargado muscularmente o con poca frescura a la hora de realizar tus últimos entrenamientos. Todo esto te provocará una falta de confianza al ver que los estos entrenamientos no salían como esperabas y llegarás más nervioso a la prueba.
Por tanto, alcanzar esa marca que buscabas en carrera ya se complica. Si tu cuerpo no ha llegado fresco y en forma sino más bien excesivamente cargado, lo más probable es que en algún momento de la prueba pinches. Hay muchas probabilidades de no alcanzar el objetivo. Bien no podrás aguantar toda la carrera a ese ritmo que querías, bien, si se trata de una maratón, podría darte una pájara incluso demasiado pronto. No sería raro que acabaras por abandonar o sufrir más de lo previsto para terminar la carrera.
Equivocarse en la elección de distancia
Cuando se empieza a correr suele ser lo más habitual buscar distancias más cortas, carreras populares o 10 kilómetros. Así uno va familiarizándose con este deporte y la competición de una manera más comedida. A partir de aquí también suele ser frecuente que uno quiera enfrentarse a distancias mayores y nuevos retos. Aunque hay que decir que abordar un nuevo reto no implica necesariamente que la distancia sea mayor, en general suele ser más difícil y retador bajar el crono que simplemente aumentar la distancia.
El problema viene cuando se quiere dar el salto demasiado rápido o es demasiado grande. Por ejemplo, que se quiera pasar de venir compitiendo en carreras de 10 kilómetros y de ahí llegar a la maratón sin haber competido en media maratón. Por lo menos hacer alguna media maratón es necesario antes de la maratón. Diría que más bien es incluso necesario haber llegado a cogerle la medida a esa distancia antes de duplicarla. Aún peor sería el caso de empezar a correr y al poco tiempo ponerse como objetivo que la próxima carrera sea una maratón.
Las consecuencias pueden venir por dos frentes. Por un lado, el entrenamiento puede hacerse demasiado duro sobre todo por el salto de volumen. El cuerpo tiene que ir adaptándose también al aumento de volumen de manera gradual para poder soportarlo sin daños ni sobreentrenamiento.
Pero también, en la carrera se puede pecar de falta de buena gestión. Al no haber competido en alguna distancia intermedia y haber podido experimentar lo que implicaba y aprender a dosificarse de otra manera, se puede pagar la inexperiencia. Esto te puede hacer pinchar pronto y sufrir demasiado si no acabas teniendo que abandonar.
Equivocarse en la fecha
Por mucho que se disfrute de las carreras, en ocasiones es necesario frenar el ansia o las ganas de competir para completar los ciclos necesarios. Preparar una prueba requiere dedicar un tiempo al ciclo específico pero no hay que olvidar que vendrá también acompañada por un periodo de recuperación y un pre-específico para arrancar un nuevo ciclo.
La dinámica no consiste en empalmar un ciclo específico con otro y en el mejor de los casos dejar algún breve periodo de descanso después de competir. También es necesario contar con periodos de entrenamiento donde se hace un trabajo más de base para prepararse para asumir intensidades mayores de entrenamiento después.
Dejar el tiempo suficiente entre una competición y otra será necesario para completar bien estos ciclos. Aunque pueda parecerte en su momento que estés bien recuperado pronto, el hecho de no sentirse cansado o dolorido no implica que uno se haya recuperado completamente y esté listo para según qué cargas de entrenamiento. No hacer una buena recuperación suele repercutir en la preparación del próximo objetivo.
Si la elección de objetivo la defines en una fecha demasiado pronto como para hacer un ciclo específico de entrenamiento suficiente o para respetar el conjunto de periodo de recuperación, de transición o pre-específico y de específico, perjudicarás a tu buena preparación. Puedes acabar notándolo en que no llegues a alcanzar tu objetivo o en que caigas lesionado por no haber respetado unos tiempos mínimos de recuperación y preparación. Pero también ese exceso de competición y exigencia puede aparecer a modo de desmotivación porque la cabeza también necesita su periodo de recuperación.
Al final, será necesario combinar con prudencia estos tres parámetros para aumentar las garantías de conseguir el objetivo.