Entrenar va asociado a la búsqueda de una superación o mejora. Cuando compites y mejoras tu anterior marca, tienes unos datos bastante objetivos para reconocer si ha habido mejora. Sin embargo, si entrenas sin competir, ¿qué puede ayudarte a valorar tu mejora? ¿Qué datos deberías estar midiendo? ¿Qué pasa si decides no medir nada?
Seguir unas pautas y rutina de entrenamiento, incluso por mucho que te lo plantees solo como mantenerte en forma, persigue unos resultados a medio plazo. Puede tratarse de bajar de peso, de verte con más músculo, de sentirte con más salud y energía… O de afrontar una competición.
De una manera u otra acabas buscando o percibiendo señales que te indiquen que estás avanzando hacia tu objetivo. Puede ser que veas que pesas menos o que alcances una mejor marca.
Pero ser corredor y no poder competir, nos desmonta la opción de usar la marca de una carrera como parámetro para medir nuestra evolución.
¿Cómo puedes saber que estás avanzando?
Si nos olvidamos de la marca como dato de referencia, bien por no competir o por necesitar datos intermedios entre competiciones lejanas, todavía quedan otras herramientas para orientarnos.
Está claro que de un lado juegan las propias sensaciones del entrenamiento. Uno mismo, según va entrenando, va viendo qué resultados diarios consigue alcanzar y qué nivel de esfuerzo o agotamiento le supone.
Y esto está muy bien pero, cuidado no nos engañemos.
Primero, no te fíes del entrenamiento de un día. Hay días buenos y malos. Tanto unos como otros nos pueden llevar a engaño. Unos a pensar que estamos mejor de lo que realmente estamos y otros a pintarlo todo muy negro. Nos importa más valorar una muestra más amplia de entrenamientos.
Tampoco tendría sentido valorar un día de entrenamiento de nuestras primeras tres o cuatro semanas entrenando y luego ya olvidarnos. La valoración tendría que ser periódica y dejando margen suficiente como para que dé tiempo al entrenamiento a provocar algún efecto. Los resultados no suceden ni por un entreno en concreto ni en una sola semana.
Sin embargo, valorar estas sensaciones que no está mal, no debería ser con lo único que nos quedemos.
Sobre todo porque somos muy susceptibles de ver o percibir las cosas según nuestro estado de ánimo o circunstancias. A partir de ahí, podremos construir la lectura que nosotros mismos queramos creer.
Esto implica que sí estás de buen ánimo, puedes hacer memoria de tus entrenamientos de la semana y verlos todos como bastante bien, aunque no haya sido del todo así. Pero también al contrario, puedes verlo todo como nefasto cuando tampoco ha sido así.
Por eso, está bien complementar esa información con datos más objetivos.
Aquí es donde entran en juego los números: el ritmo, la distancia, el tiempo o las pulsaciones. Información que deberías registrar en un diario de entrenamiento. Estos sí son datos numéricos que nos permitirán acabar de ayudar a poner la valoración en su sitio.
Hoy en día hay múltiples aplicaciones que te facilitan recoger y almacenar estos datos. Puedes servirte de ellas pero sobre todo, dale un uso a los datos más allá que el de compartirlos en redes sociales. Necesitas analizarlos.
Pero ojo, que tampoco sería suficiente quedarse solo con números. Si conseguir estos números te ha llevado un esfuerzo sobrehumano, conviene también indicarlo en nuestro diario de entrenamiento. Esa acumulación de esfuerzos excesivos podría emerger luego en forma de lesión o sobreentrenamiento por eso, es un dato que no conviene obviar.
A partir de esos datos, deberás comparar distintos entrenamientos y analizar las variaciones. Como referencia te diría:
- – Compara entrenamientos similares o incluso iguales periódicamente sin perder de vista el conjunto.
Por ejemplo, compara series de 1000 cada cierto tiempo o entrenamientos de series aunque sean de diferentes distancias, habrá una correlación entre ellas. Así establecerás referencias para valorar la evolución. Aunque tampoco te quedes con la visión parcial de ese entrenamiento aislado, hay que tener en cuenta en qué contexto se ha hecho cada uno: los kilómetros semanales o mensuales, los kilómetros de series o entrenamientos de calidad que has hecho…
Pero sí que entrenamientos de cierta exigencia que se puedan repetir cada mes (hay entrenamientos muy duros que no los harás cada mes) pueden establecer la referencia para analizar datos. - – Sigue una periodicidad para comparar entrenamientos.
Te diría que unos dos meses o mes y medio es un buen periodo. Un mes lo veo demasiado corto y no habrá dado mucho tiempo a que se produzcan cambios. Tres meses también podría ser pero seguramente necesites antes ver cómo vas aunque solo sea por animarte o reconducir la situación.
Por supuesto estos mismos criterios los puedes emplear para hacer un test periódico que también te sirva para sacar conclusiones. En este caso definirías un entreno específico de test y lo repetirías cada cierto tiempo.
Y una vez que tienes esos datos, ¿qué pasa?
Visualizar, comparar y analizar esos datos te llevará a sacar unas ciertas conclusiones.
Lo que buscamos es una evolución positiva de esos datos. Esto indicaría que vamos enfocados en la buena dirección.
Sin embargo, si vemos que para entrenamientos similares empeoramos ritmos, sensaciones o no podemos con ellos, estaremos ante una evolución negativa. Aquí se nos despertarán todas las dudas e incertidumbres. Pero más que volverse loco, decepcionarse y querer dejar de entrenar, deberíamos apelar a la voluntad de mejora y rectificación.
Gracias a tener tu diario de entrenamiento (ahora es cuando te acuerdas de él de verdad), podrás echar la vista atrás para detectar posibles errores. Aquí las opciones son muchas, cada caso será un mundo. Tu experiencia o la de tu entrenador deberán establecer las hipótesis de error y tratar de reconducir el plan.
Llega el momento de hacer cambios que a su vez darán sus propios resultados. Por esto, tendrá que llegar otro momento posterior de análisis en el que valores si se ha producido esa rectificación que buscabas y vuelves a la senda positiva de la mejora.
Si la cosa va mal, está claro que hay que cambiar pero sí va bien, también.
Es decir, quizá no tienes que cambiar el sistema o criterios de entrenamiento si te están funcionando, pero tampoco quedarte en la repetición. Lo que te ha servido para llegar a un cierto punto, seguramente se quedará corto cuando quieras subir un escalón más. Puede ser que haya llegado el momento de introducir nuevos entrenamientos más intensos, aumentar volumen, apostar por ritmos más fuertes… En definitiva, buscar las opciones para dar una vuelta de tuerca más.
Pero no caigas en este error
Lo que no veo nada recomendable y te diría que ni justificable, es que no midas nada.
Si hasta aquí has entendido los beneficios que aporta la medición, tendrás claro que quieres contar con ella en tu entrenamiento. Incluso pensarás que tú ya tienes una aplicación que recoge esos datos y ya lo estás haciendo. Pero, ¿de verdad lo estás haciendo?
¿Te sientas cada mes y medio o dos meses a hacer ese análisis de resultados o se quedan ahí en la aplicación olvidados sin volver a mirarlos?
Por lo que he visto en mi experiencia, diría que hay más tendencia a decir “no sé qué pasa que estoy estancado” que a pararse a analizar esa información. Puedo entender que no tengas tiempo, que te dé pereza, que no sepas muy bien por donde empezar o te suponga demasiado esfuerzo y acabes por abandonar. Sin embargo, si es así, no lo hagas tú, que lo haga tu entrenador.
Un entrenador no solo podrá hacer este análisis de manera más rápida y fiable, sino que ya tiene referencias de qué rangos de mejora deberías estar llevando. Incluso, antes de hacer el análisis, ya puede haber visto cosas que le hagan sospechar que tiene que pararse antes a mirar esos números con más profundidad.
Esto puede marcar una diferencia. Puede acortarte el tiempo de estar avanzando en un camino erróneo porque ha visto saltar la alerta antes. Pero no solo eso, si no que si empezaras a percibir malas sensaciones entrenando porque algo estás haciendo mal, podría afectar a tu motivación y hacerte entrenar con menos ganas, o no entrenar.
Y claro, un entrenador, también tendrá más claro qué teclas debería tocar para reconducir tu trayectoria. Te ahorrará tiempo de prueba y error y de posibles lesiones.
En cualquier caso, no pongas la directa con cualquier plan o tu propio criterio de entrenamiento sin pararte a evaluar cada cierto tiempo. De eso depende no solo tu mejora sino tus ganas y capacidad para seguir enchufado con tus entrenamientos, alcanzar esa superación y disfrutar de las experiencias inolvidables que puede darte este deporte.
Si no sabes por donde empezar a analizar tu entrenamiento, te lo ponemos fácil. Todo esto lo tendrías resuelto con nuestro sistema de entrenamiento con seguimiento.
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