Como corredor, es probable que en algún momento de tu trayectoria te veas desmotivado para correr. Probablemente ya llevarás superados unos cuantos retos, te planteabas seguir adelante mejorando pero te ves con pocas ganas de luchar. ¿Qué tecla podrías tocar para recuperar la ilusión que te ha hecho cruzar ya unas cuantas metas? ¿Puede un cambio en el enfoque de objetivo ser relevante?
A veces pasa, aunque no sepas por qué.
Venías ilusionado con tus competiciones pero de pronto ves que los entrenos más duros no los peleas tanto, que las carreras te dan más igual o que prefieres hacerlas en “modo entrenamiento”.
O llevas varios intentos frustrados compitiendo por una marca concreta y ves que no lo consigues. Entonces se mezcla la obsesión con la frustración. Pero no acabas de verte entrenando con ilusión.
¿Qué te ha llevado hasta la desmotivación para correr?
Cuando empezaste a correr, casi seguro que lo hiciste con bastante motivación. Y por eso seguiste y te enganchaste.
Incluso si empezaste como cierta obligación, podría ser que luego te fuera enganchando y al poco te vieras muy animado a seguir.
En esos inicios, como cuando empiezas algo nuevo que te gusta, es más fácil estar motivado. Es cuando ya ha pasado cierto tiempo, se ha perdido la novedad y cuesta más definir retos, que puede llegar la desmotivación.
Es probable que si llevas ya años corriendo, el hábito lo tengas. Probablemente no te costará mucho salir a entrenar porque ya es para ti como un automatismo.
Sin embargo, el esfuerzo y la desazón se multiplican cuando tiene que entrar en juego la cabeza. Antes, era pieza clave para completar los entrenos más duros y luchar en competiciones. Funcionaba sin problemas. Pero ahora, parece que esté más dormida o perezosa que ayudando a remar a favor.
No te ves con las mismas ganas y te estancas repitiendo entrenos más cómodos.
Necesitas algún cambio para recuperar la motivación.
Los motivos por los que has llegado a este punto, pueden variar en cada caso. Podría tener que ver con estar repitiendo entrenamientos que ya conoces de sobra y pecar de falta de variedad en tu plan, ya te aburres. O quizá, lo que se ha repetido mucho ha sido el objetivo que abordabas en cuanto a distancia o características. O quizá te has cansado del sistema de entrenamiento y necesitas probar otro. O a lo mejor, además de repetir tipo de competición, no has logrado conseguir tu marca en repetidas ocasiones y estás obsesionado con seguir probando. Entonces puede ser que la presión te pueda tanto que te lleve a hacer las cosas peor y frustrarte cada vez más por no ver mejoras pese al esfuerzo.
Sería un buen momento para mirar atrás y analizar qué puede haberte hecho llegar a este punto. Incluso pararte a recordar qué era lo que te motivaba a luchar y sufrir anteriormente, entrenando o compitiendo.
Pero algo deberías cambiar en la dinámica que estás llevando para introducir un soplo de aire fresco. Ese cambio, bien podría apagar la desmotivación para correr o a lo peor, si no has acertado, descartarías una posible causa y podrías probar a tocar otra tecla.
¿Y si pruebas otro objetivo?
Si no hay circunstancias personales y estás contento con la variedad y dinámica de tu entrenamiento que hasta ahora te ha ido funcionando, puede ser el momento de cambiar de objetivo.
Probablemente en tu trayectoria como corredor has ido haciendo una progresión gradual en distancia de competición. Quizá empezaste por 5 o 10 kilómetros, pasaste a la media maratón y llegaste a la maratón.
Si tras esto, la maratón se ha convertido en tu objetivo que se repite vez tras vez combinando con alguna media como test, alternar con algún otro objetivo puede ser buena salida. O quizá te has especializado en medias maratones o en 10 kilómetros y repitas esa prueba una y otra vez.
Aunque parezca que reducir distancia pueda suponer volver un paso atrás, no tiene porqué. No solo reta completar una distancia sino también hacerlo con mejor marca cada vez.
Pero también puedes cambiar de modalidad. A lo mejor es el momento de probar la montaña o hacer alguna incursión en el triatlón.
O si te has desmotivado obsesionándote con un objetivo que no has conseguido alcanzar tras repetidos intentos, quizá tienes que cambiar o deshacerte del foco competitivo. Puede ser un buen momento para bajar la exigencia mental que te has puesto y competir de otra manera. O en distancias menores o hacerlo acompañando a un amigo que vaya a ritmo más lento. Algo así podría sacarte de la obsesión y recordarte que empezaste a correr porque disfrutabas con ello. Sin mayores presiones.
O que tu objetivo suponga un viaje que aporte un disfrute adicional. Que te cambie la manera de verlo y no sea tan enfocado en la carrera sino que todo adquiera un contexto más lúdico.
O incluso, dentro de una misma temporada, puedes contemplar la competición de croses en invierno si estás preparando una maratón. Eso te ofrecerá otra forma de competir totalmente diferente y además te será beneficiosa.
Cualquier cambio de este tipo que hagas relativo a tu objetivo que esté fuera de lo que acostumbras, supondrá una novedad. Incluso aunque te enfrentes a una distancia que ya hubieras probado en tus inicios, tendrás que recordar cosas que ya tenías olvidadas.
Toda novedad implica volver a adaptarte a cosas, aprender o probar soluciones. Cambiarán posiblemente ciertos entrenamientos o sus planteamientos. Y que sea novedad o algo diferente, es fácil que te aporte un estimulo y motivación nuevas.
Y piénsalo, realmente, ¿qué pierdes?
La opción de volver a tu objetivo preferido siempre está abierta. No solo esto, es muy posible que después de oxigenarte probando otras cosas, quieras otra vez volver a tu distancia predilecta. Pero esta vez ya, con más motivación que cuando la dejaste.
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Otros beneficios del cambio de objetivo
Aunque en general, todo plan de entrenamiento suficientemente variado y correcto cuenta con los mismos tipos de entrenamientos, no se combinan ni se enfocan igual.
Encontrarás rodajes, tiradas largas, cuestas, series, fartleks, condición física… Pero dentro de estos tipos, como se defina cada entrenamiento y como se organicen y repartan en el plan, variará en cada caso. Que prepares una prueba u otra, que llegues en mejor o peor forma, que tengas más o menos disponibilidad para entrenar o se den otras circunstancias personales, condicionará tu plan.
Elegir un objetivo distinto será un factor importante de cambio a la hora de abordar el entrenamiento. No será lo mismo que prepares una prueba en asfalto o en montaña; o una maratón frente a un 10 kilómetros.
Pruebas de distancias mayores se hacen a ritmos más lentos, considerando la misma persona. Si vienes acostumbrado a correr siempre distancias más largas, enfrentar una distancia más corta y rápida te fortalecerá otras cualidades. Puedes sentir que ya solo sabes correr lento. En cambio, ahora necesitarás más trabajo de ritmo.
Ese trabajo de ritmo que mejorará esta cualidad, no lo habrías hecho si te hubieras quedado en la misma distancia. Es cierto que también perderás algo de fondo, por ejemplo, al pasar a una distancia más corta. Pero luego podrás enfocarte más en eso y recuperarlo habiendo conseguido llegar mejor en cuanto a ritmo.
Incluso puedes no cambiar de objetivo y combinar en una misma temporada diferentes distancias y modalidades. Algo así pasa cuando compites en crosses en invierno de cara a la preparación de una maratón en primavera. Esto te ayudará a desarrollar más la fuerza y ser más rápido en la maratón.
Quizá no lo necesites por motivación pero esa alternancia de objetivos diferentes puede conllevar también beneficios de rendimiento.